Todos nos hacemos mayores, y por jóvenes que algunos sean, también llegaran a esa edad que todos tememos. La sociedad ha cambiado radicalmente, y la familia tradicional se ha visto alterada inevitablemente por mor de su propia dinámica. Llega un momento en que a los mayores hay que "aparcarlos", y probablemente sea por la necesidad de tenerlos bien cuidados. Nadie lo desea, pero parece que no queda otro remedio. Lo lamentable, y viéndolo desde un punto de vista exclusivamente economicista, es que ante la falta de personal preparado para tan difícil menester, la administración no haya reparado en el yacimiento laboral que puede explotarse para tales funciones.
En 1950, el 8% de la población estadounidense tenía 65 años o más. En 2023, esa cifra es de alrededor del 17%. Para 2050, se estima que aumentará al 22%. España, ahora, alcanza casi el 19% ¿Quién dará atención médica a la población que
envejece?
Geriatras, responderiamos. Pero eso está lejos de
ser seguro. Según un artículo de la Revista JAMA , “la profesión de la medicina geriátrica ha
caído en declive”, el dr. Jerry H. Gurwitz
escribe que:
El número de geriatras certificados por la junta
en los EE. UU. cayó de 10270 en 2000 a 7413 en 2022. Este desgaste se
relaciona con la jubilación de muchos médicos que estuvieron entre los primeros
en obtener la certificación en geriatría, así como con algunos que eligieron no
volver a certificarse como requerido cada 10 años. Esta caída se ha visto exacerbada aún más
por una cartera de aprendices fallida. En la competencia nacional de becas de geriatría de 2022,
solo se cubrieron 177 puestos de los 411 puestos ofrecidos (43 %), el
porcentaje más bajo de todas las becas en 71 especialidades de la medicina.
Lo que ocurre en EE,UU, no es muy distinto a lo que pasa en Europa y en España. Hay
una serie de razones para el declive. La medicina geriátrica no está tan bien remunerada como otras
especialidades; otros médicos también
pueden atender a los ancianos; las facultades de medicina
tienden a ignorar la medicina geriátrica: pero una de las razones principales es la imagen que se da a la ciudadanía.
En
su libro Elderhood de 2019, la geriatra
Louise Aronson escribió: “Cuando le digo a alguien lo que hago para ganarme la
vida, por lo general tiene una de dos reacciones. O sus rostros se contorsionan como si acabaran de oler algo
asqueroso, o me felicitan por mi dedicación desinteresada... Estas respuestas
aparentemente opuestas son en realidad las mismas. Ambos implican que lo que estoy haciendo es algo
que nadie en su sano juicio haría nunca”.
Cualquiera
sea el caso, el citado Dr. Gurwitz teme por el futuro: “Nuestra nación está comenzando
a experimentar el impacto total del envejecimiento de nuestra población. Lamentablemente, nuestro sistema de salud y su
fuerza laboral no están preparados para enfrentar un aumento inminente de
morbilidad múltiple, deterioro funcional, demencia y fragilidad. Esta es la realidad que las organizaciones de
atención médica y las escuelas de medicina no han apreciado adecuadamente o han
optado por ignorar”.
Una población cada vez más envejecida, que conduce a un número cada vez mayor de adultos mayores que experimentan deterioro cognitivo, fragilidad física, comorbilidades y aislamiento social, una especialidad médica cada vez más escasa y poco reconocida y una falta de profesionales intermedios capacitados y especializados, no se limita a ser un un reto, sino un futuro incierto más inmediato de lo que creemos y podríamos desear.
Pues si esta entrada es inquietante en sí misma, puesta en relación con la anterior es aterradora.
ResponderEliminar