miércoles, 30 de diciembre de 2009

PETER SINGER Y LA EUTANASIA

Una vez más el singularísimo Peter Singer crea la polémica. El siguiente es un artículo que ya tiene cierto tiempo, pero no deja de ser muy actual, puede que no estemos de acuerdo, en todo, en nada, o en parte, pero nos hace pensar: "De todos los argumentos en contra de la eutanasia voluntaria, el que tiene más peso es el del “terreno peligroso”: una vez que permitamos que los médicos maten pacientes, ya no podremos limitar las muertes de aquéllos que quieran morir. No hay evidencia que sustente este argumento, incluso después de muchos años de suicidio legal médicamente asistido o de eutanasia voluntaria practicados en los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Suiza y el estado estadounidense de Oregón. Sin embargo, la información revelada recientemente sobre lo sucedido en un hospital de Nueva Orleans después del huracán Katrina apunta hacia un peligro real que tiene un origen distinto.
Cuando Nueva Orleans se inundó en agosto de 2005, el creciente nivel del agua dejó incomunicado al Memorial Medical Center , un hospital comunitario que tenía más de doscientos pacientes. Tres días después del paso del huracán, el hospital no tenía electricidad, el suministro de agua se había interrumpido y los baños ya no funcionaban al no tener agua. Algunos pacientes que dependían de los respiradores murieron. Debido al calor sofocante, los médicos y las enfermeras estaban muy apurados para atender a los pacientes tendidos en camas sucias. A la ansiedad se sumaban los temores de que la ley y el orden se quebrantaran en la ciudad, y que el mismo hospital fuera blanco de bandidos armados. Se pidieron helicópteros para evacuar a los pacientes. Se dio prioridad a los que estaban en mejores condiciones y podían caminar. La policía estatal llegó y le dijo al equipo que debido a los disturbios civiles todo mundo tenía que estar fuera del hospital a las 5 pm.
En el octavo piso, Jannie Burgess, una mujer de 79 años con un cáncer avanzado, se le administraba morfina por gotero y estaba a punto de morir. Para evacuarla, habrían tenido que cargarla para bajar seis tramos de escaleras y se habrían necesitado enfermeras para cuidarla siendo que éstas hacían falta en otros lados. Sin embargo, si no se le atendía, podría haber terminado su sedación y sentido dolor. Ewing Cook, uno de los médicos presentes, solicitó a una enfermera que aumentara la dosis de morfina dando lo suficiente “hasta el final.” “Era obvio”, le dijo después a Sheri Fink, quien recientemente publicó en el New York Times un relato de los hechos. Según Fink, Anna Pou, otro médico, dijo al equipo de enfermeros que varios pacientes del séptimo piso estaban muy enfermos y no sobrevivirían. Les inyectó morfina y otro medicamento que desaceleraron su respiración hasta que murieron. Al menos uno de los pacientes al que se le había inyectado esta combinación letal de medicamentos parecía tener poco riesgo de muerte inminente. Emmett Everett, hombre de 61 años, que se había quedado paralizado por un accidente varios años antes y estaba en el hospital para ser operado de una obstrucción intestinal. Cuando otros pacientes de su ala fueron evacuados pidió que no se olvidaran de él. Pero pesaba 173 kilos y habría sido extremadamente difícil bajar las escaleras cargándolo y luego subirlo para llevarlo donde estaban aterrizando los helicópteros. Le dijeron que la inyección que le pusieron calmaría el mareo que sentía. En 1957 un grupo de médicos preguntó al Papa Pío XII si era lícito usar narcóticos para eliminar el dolor y el conocimiento “si se preveía que el uso de narcóticos acortaría la vida.” El Papa dijo que estaba permitido. En su Declaración de Eutanasia , emitida en 1980, El Vaticano reafirmó esta opinión.
La postura del Vaticano es una aplicación de lo que se conoce como “la doctrina del doble efecto.” Una acción que tiene dos efectos, uno positivo y otro negativo, puede ser lícita si el efecto positivo es el buscado y el negativo es meramente una consecuencia no deseada de la consecución del efecto positivo. Es significativo que ni las observaciones del Papa ni la Declaración sobre la Eutanasia hagan hincapié en la importancia de obtener el consentimiento voluntario e informado de los pacientes, siempre que sea posible, antes de acortar sus vidas. Según la doctrina del doble efecto, dos médicos pueden, para cualquiera que lo vea desde afuera, hacer exactamente lo mismo: es decir, pueden dar a pacientes en condiciones idénticas la misma dosis de morfina, a sabiendas de que esta dosis acortará la vida del paciente. Aunque un médico trate de aliviar el dolor del paciente siguiendo la buena práctica médica, mientras que el otro que trata de acortar la vida del paciente, aun así comete homicidio. Al doctor Cook no le interesan esas sutilezas. Solamente “un médico muy ingenuo” pensaría que con una fuerte dosis de morfina administrada a una persona no se busca causarle la muerte prematuramente”, le dijo a Fink, y después añadió directamente: “los matamos.” Cook opina que la línea entre algo ético y algo ilegal “es tan fina que es imperceptible.”
En el Memorial Medical Center, los médicos y las enfermeras estuvieron bajo una enorme presión. Agotados después de 72 horas de haber dormido poco, y luchando para atender sus pacientes, no estaban en la mejor posición para tomar difíciles decisiones éticas. La doctrina del doble efecto, bien entendida, no justifica lo que hicieron los médicos, pero al acostumbrarlos a la práctica de acortar la vida de los pacientes sin obtener consentimiento, parece haber allanado el camino para el homicidio intencional. Los pensadores romano-católicos han sido los que más han hecho ruido al invocar el argumento del “terreno peligroso” contra la legalización de la eutanasia voluntaria y la muerte médicamente asistida. Harían bien en analizar las consecuencias de sus propias doctrinas."

martes, 22 de septiembre de 2009

Humanizar la medicina

El campo de la Bioética más cercano al ciudadano es la ética clínica. La relación médico-paciente, controvertida y polémica, sigue siendo objeto de muchas discusiones. Humanizar la medicina sigue siendo el objeto fundamental de los bioéticos ante la evidente falta de sintonía entre los sujetos de la señalada relación, máxime ante una medicina altamente tecnificada, eficacísima pero alejada de la relación fiduciaria que debe presidirla.
Hace pocas fechas se han pronunciado sobre distintos aspectos de esta relación destacados protagonistas de la bioética en España.
"Es muy frecuente confundir la ética con el derecho, de tal manera que se suele identificar el análisis ético de un determinado problema con su vertiente legal", señala el profesor Diego Gracia, presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud. Se trata de "un grave error que puede acarrear consecuencias muy negativas en el ámbito médico", añade. El experto achaca esta disfunción a la relativa juventud de que goza la disciplina en cuestión. Resalta igualmente la necesidad de adquirir las competencias clínicas necesarias en el encuentro médico-paciente, así como a la escasez de materiales didácticos en castellano con los que se cuenta.
El profesor Gracia opina que "la enseñanza de la bioética no está bien definida en las facultades de Medicina de nuestro país, …".
A este respecto, otro conocido experto, el profesor Altisent Trota, incide igualmente en dicha vertiente, y ante la pregunta de cómo calificaría el grado de implantación de la bioética entre los profesionales que ejercen en nuestro país expresa “La ética médica ha estado tradicionalmente presente en algunas facultades de Medicina dentro del área de la Medicina Legal, pero la incorporación de la bioética como asignatura específica se ha realizado en los últimos años, como materia obligatoria en un total de siete facultades y como optativa en la mayoría. Sin embargo, el panorama cambiará dentro de poco con la introducción de los nuevos programas inspirados en los planes de Bolonia, donde todos los estudiantes de Medicina españoles deberán incorporar el aprendizaje de la ética.”
Humanizar la medicina, ese es el objetivo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Se necesitan nuevos códigos para entender la vida, la naturaleza y la condición humana

Este es el extracto de una interesante entrevista aparecida en el diario La Jornada de México: "Para la doctora en filosofía Juliana González, “la brutal avalancha” de conocimientos y adelantos científicos confronta a la humanidad actual con la necesidad de entender que ya son otros los parámetros, las ideas, las concepciones y los valores que nos rigen.
De allí que, en su opinión, son impostergables nuevos códigos éticos y formas de pensamiento acordes con esa realidad, que ayuden a entender y resolver “los enormes problemas de orden social, político y humanístico” que se abren sobre todo en el campo de la investigación científica y la medicina, con aspectos como la clonación y el trabajo con células madres.
“Es necesaria otra forma de entender la vida, de entender la naturaleza, otra forma de entender la condición humana, y es allí donde entra la ética, para ocuparse de eso”, enfatiza la profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En entrevista, la también directora del Seminario de Investigación de Ética y Bioética de la UNAM destaca la importancia de la bioética como la disciplina que se ocupa de “entender lo que ocurre y seguirá ocurriendo en el campo de las revoluciones de la ciencia de la vida”.
Durante un receso del primer Coloquio Invitación a la Bioética, efectuado hace unos días en la Facultad de Filosofía y Letras, organizado por el Seminario de Investigación Ética y Bioética, que Juliana González dirige, la académica subrayó que fue a partir de la publicación de la Teoría de la evolución de las especies que se transmutó en el ser humano su concepción sobre la vida.
“Antes de Darwin, todos creíamos que las especies éramos diferentes, que éramos esencias, y eso se acabó”, detalla.
“No somos esencias, podemos transitar de una especie a otra; nosotros mismos somos un momento de un proceso evolutivo. Estamos absolutamente unidos en nuestro interior con el todo de la vida.”
Juliana González, premio Nacional en Ciencias y Artes en Historia y doctora honoris causa por la UNAM, sostiene que son tales la magnitud, la importancia y la radicalidad de los adelantos científicos, “que era previsible que la primera gran reacción a esos avances, a todos estos movimientos y cambios, viniera necesariamente de la conciencia conservadora, por llamarla de alguna manera. Es decir, que viniera una reacción brutal en sentido inverso de este movimiento de cambio, tratando de detenerlo, prohibirlo, desactivarlo”.
Tal reacción se debió a que las instituciones religiosas se han visto resquebrajadas en sus cimientos y estructuras con los nuevos conocimientos y avances científicos, y por ello ha respondido tratando de imponer “una bioética fundamentalmente religiosa, confesional, basada en dogmas de fe, en las verdades reveladas” que a toda costa trata de impedir el desarrollo científico o al menos imponerle una moratoria.
Frente a esa circunstancia, la titular de ese seminario –creado este año y que en la actualidad agrupa a 35 especialistas– considera que “la Iglesia o las iglesias en general, aunque sabemos cuál es la más cercana, o se transforma y se pone al día, o creo que va a terminar.
“De hecho está terminando, ha perdido autoridad moral por todos lados. Dónde está la fuerza, la palabra nueva que realmente pueda tener la Iglesia para los propios creyentes. Si yo fuera uno, me sentiría tan profundamente defraudada, tan fuera de tiempo.
“Ortega y Gasset decía: necesitamos una filosofía a la altura de nuestro tiempo, y yo agregaría que necesitamos también religiones a la altura de nuestro tiempo.
“Las religiones, en principio, no creo que vayan a terminar nunca; creo que la religiosidad es una forma de vida humana que tiene su razón de ser, ¡ay, pero, por Dios, otra cosa!”

lunes, 7 de septiembre de 2009

LA LEY Y EL RESPETO SON LAS CLAVES

Hoy toca recopilación, por lo que parece. Esto es leido en "Hoymujer", y la que escribe es Catedrática de Derecho Constitucional Europeo en la UNED: "LA LEY Y EL RESPETO SON LAS CLAVES La firma invitada. Yolanda Gómez Sánchez, Miembro del Comité de Bioética de España No hay conflicto en la regulación del diagnóstico preimplantacional, cuyo fin es la protección de la salud de la descendencia y que, por su carácter voluntario, no compromete ni vincula a quien, por profesar unas creencias morales diferentes, rechace estas técnicas. En una sociedad plural esta posición merece respeto, pero no habilita a los que la sostienen para pedir que sea la única opinión aceptable. Los derechos fundamentales permiten al sujeto demandar respeto en un ámbito concreto, pero no reivindicar que la sociedad adopte una única posición frente a un problema que puede condicionar la vida de muchas personas. Tampoco es objetable que se trate -como en el caso autorizado por la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida de la paciente con el gen del cáncer de mama- de una probabilidad de padecer una enfermedad. La ley española prevé este tipo de autorización caso por caso y no es un mal sistema. Una sociedad plural debe abogar por promover los mayores espacios de libertad posibles y el respeto de valores y creencias diferentes. Respetable es que la ley arbitre la posibilidad de que se elimine o disminuya la incidencia de una enfermedad grave en la descendencia y respetable es también que quien rechace esta posibilidad pueda hacerlo libremente. En uno y otro caso, los poderes públicos tienen la misión de proteger el derecho a la salud y facilitar los recursos a quien los precise. La firma invitada. Yolanda Gómez Sánchez, Miembro del Comité de Bioética de España No hay conflicto en la regulación del diagnóstico preimplantacional, cuyo fin es la protección de la salud de la descendencia y que, por su carácter voluntario, no compromete ni vincula a quien, por profesar unas creencias morales diferentes, rechace estas técnicas. En una sociedad plural esta posición merece respeto, pero no habilita a los que la sostienen para pedir que sea la única opinión aceptable. Los derechos fundamentales permiten al sujeto demandar respeto en un ámbito concreto, pero no reivindicar que la sociedad adopte una única posición frente a un problema que puede condicionar la vida de muchas personas. Tampoco es objetable que se trate -como en el caso autorizado por la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida de la paciente con el gen del cáncer de mama- de una probabilidad de padecer una enfermedad. La ley española prevé este tipo de autorización caso por caso y no es un mal sistema. Una sociedad plural debe abogar por promover los mayores espacios de libertad posibles y el respeto de valores y creencias diferentes. Respetable es que la ley arbitre la posibilidad de que se elimine o disminuya la incidencia de una enfermedad grave en la descendencia y respetable es también que quien rechace esta posibilidad pueda hacerlo libremente. En uno y otro caso, los poderes públicos tienen la misión de proteger el derecho a la salud y facilitar los recursos a quien los precise".

A ver, ¿quién empieza? ...

Leo este lunes en "Hispanidad" lo siguiente: "Este lunes se reúne la Comisión de Bioética para debatir sobre el anteproyecto de ley del aborto libre. Su informe no es preceptivo y además, Igualdad tampoco lo ha reclamado. Pero esta comisión, nacida al amparo de la Ley de Biomedicina, tiene un poco de vergüenza torera y considera que si no se manifiesta sobre este tema, su finalidad y funcionalidad resulta más discutible. Así que como a nadie le gusta sentirse inútil, han decidido reunirse para tratar de buscar una solución de consenso.Por supuesto, el objetivo es pelotear al Gobierno, lanzar un mensaje de apoyo, matizado, con muchos términos complejos y muchos vericuetos intelectuales. Pero finalmente, apoyar. Así que el texto que se lleva al debate parte de la premisa indiscutible científicamente de que el ‘nasciturus’ es un ser vivo y humano. O sea, palo a la ministra Aído quien señaló que el ‘nasciturus’ era un ser vivo, pero no humano “porque no existía la evidencia científica”.
En todo caso, la afirmación de la humanidad del ‘nasciturus’ no conlleva su protección. Así que la comisión de Bioética hace complejos equilibrios para concluir que aunque ‘aquello’ es vida humana, puede quedar al pleno arbitrio de su madre durante las primeras 14 semanas. Una incoherencia intelectual que sólo se puede explicar por la mediocridad de la naturaleza humana." A ver, ¿quién empieza?...

lunes, 27 de julio de 2009

¿HABLAMOS DE LO MISMO?

Una vez más la discusión sobre la eutanasia refleja la polisemia del término. Las discusiones se vuelven entonces estériles, pues hablamos de cosas distintas. Posiblemente, en el común, cada uno tendría su propia definición. Imposible llegar no sólo a un acuerdo, sino a unos simples términos en los cuales plantear este dilema.
Traigo a colación al profesor Palacios, conocidísimo científico y "autor" de la Ley de Reproducción asistida del ya pasado siglo. Nos dice: Hay una tendencia a considerar que la muerte no es parte de la vida, pero sí lo es. Todos tenemos derecho a tener una vida digna, y esto incluye también una muerte digna. El fundador y presidente de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), Marcelo Palacios, se pronunció así de contundente, en un curso universitario, para defender la despenalización de la eutanasia y el suicidio asistido. Palacios explicó que lo que se intenta aliviar con la eutanasia no es sólo el dolor, sino también el sufrimiento psíquico, «el cual no puede ser eliminado». «Algunos enfermos terminales me han preguntado si les iban a afeitar o a poner una camisa limpia antes de morir. La gente ve su propia muerte, se sitúa ante sí y quiere morir con dignidad», reveló. El presidente de la SIBI aclaró que cuando se ayuda a morir, «no se está matando, se está aportando dignidad, aliviando el dolor y el sufrimiento. Es la enfermedad la que mata». El doctor Marcelo Palacios echó mano del caso de dos enfermeras de Nueva Orleans acusadas de homicidio por aplicar estos mismos criterios que él mismo explicó durante el curso. El 29 de agosto del año 2005, cuando el agua inundaba el hospital Memorial de Nueva Orleans tras el paso del devastador huracán «Katrina», dos enfermeras y una médica que estaban de guardia decidieron inyectar dosis letales de morfina y un sedante llamado Midazolam a cuatro pacientes que, debido a su grave situación, no podían ser evacuados del centro médico. Las virulentas embestidas del agua golpeaban sus camas contra las paredes y los enfermos no podían hacer nada por salvarse. Ante tal brutal escena, los sanitarios Anna Pou, Lori Budo y Chery Landry decidieron poner punto final a su sufrimiento aplicando la eutanasia. Dos años después fueron acusadas de homicidio en segundo grado. Éste fue uno de los numerosos ejemplos con los que el doctor Palacios quiso ilustrar una elocuente exposición sobre la eutanasia y el suicidio asistido, en el último de los cursos de verano que la Universidad de Oviedo ha impartido esta semana en Gijón. Palacios habló durante más de hora y media sobre el «derecho a una muerte digna». Explicó la eutanasia y el suicidio asistido representan «el más elevado compromiso ético» y puso como ejemplo las leyes de Bélgica, Holanda y Luxemburgo, que no penalizan estos casos, y la de Suiza, que la permite, existiendo una clínica especializada en el país.
Ciertamente comentar una noticia de prensa sería injusto para el mencionado, por eso pasaré de puntillas y con mucha cautela, puesto que la mirada del periodista ha podido quedarse en la anécdota y no en el fondo de los argumentos - no éstos, desde luego - que aquí no se señalan. ¿Acaso los enfermos que cita pidieron esa medida? nada se dice en la noticia, pero parece darse a entender que no, que los enfermeros tomaron una medida sin su consentimiento con connotaciones piadosas. Si así fuera, volvería el recuerdo del paternalismo médico que hace que el sanitario se convierta y decida lo que es bueno y malo según su conciencia, pero más alla del bien y del mal. ¿Se hubieran comportado igual, en el caso de cualquier persona, no enferma, que tampoco pudiera ser evacuado por imposibilidad física? Cuántas dudas surgen, inevitables y necesarias. Muchas preguntas. pocas respuestas. Así es la Bioética.

lunes, 20 de julio de 2009

La primera ... precisa

Una vez más "como arqueros al blanco" el catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad Complutense de Madrid Diego Gracia da en la diana: considera que “uno de los mayores problemas de la bioética actual es su reducción al derecho, por lo que trata de solucionar los problemas ajustándose a la normativa en lugar de recurrir la moral”. Gracia también ha advertido de otros tipos frecuentes de reduccionismo de la bioética, que trata las relaciones entre ética y salud, como es el tecnocrático o el que la limita a la religión. Se trata de reduccionismos que llevan a tomar decisiones de forma heterónoma, condicionadas por agentes externos, y no de forma autónoma. En este sentido, el catedrático ha revindicado la formación de ciudadanos realmente autónomos, algo que considera extremadamente difícil e inusual, capaces de resolver las cuestiones desde la moral. A la hora de tomar decisiones relacionadas con la bioética médica, ve fundamental “partir de los hechos, que son una buena historia clínica, y que llevan a los valores ya que todo el mundo valora y, a partir de ahí, tomar decisiones”. El concepto de decisiones autónomas va así más allá del simplemente normativo al que alude el consentimiento informado. Diego Gracia ha mostrado su preocupación por la educación y la actual sociedad “que quiere súbditos, no ciudadanos autónomos”, añadiendo que “lo convencional es la banalización de la moral”. Siempre preciso. Quien quiera entender ...