jueves, 29 de noviembre de 2018
Sobre la edición genética. Breve comentario.
La
polémica no cesa. La edición genética se sitúa en el disparadero como
consecuencia del “supuesto experimento” CRISPR del investigador chino y el
nacimiento de las primeras niñas editadas con un gen inactivado con esa
técnica.
Ciertamente
es mayoritaria la posición de rechazo total a la misma por cuanto es una
manipulación germinal y no somática del gen, es decir que la alteración producida
se transmitiría a la descendencia, cosa que no ocurriría en la somática.
Sin
embargo empiezan a surgir voces que se plantean si esto debe ser así de manera
terminante. Es obvio que cuando se motiva la manipulación en una mejoramiento de
la salud, evitando enfermedades, parece que se aclara el panorama, y que por
tanto todo estaría permitido, ¿por qué va a ser malo evitar una enfermedad
hereditaria a los descendientes? Pese a ello hay muchas sombras.
Me
gusta recordar como Fred Hoyle, famoso
astrónomo de la Universidad de Cambridge, profetizó en 1959, nada menos, que
“dentro de veinte años, los físicos, que sólo fabrican inofensivas bombas de
hidrógeno, trabajarán en libertad, mientras que los biólogos moleculares lo
harán tras alambradas eléctricas”. Es obvio que veía el enorme poder que iba a
tener la Genética al poder manipular los genes. Y no fue el único, Erwin
Chargaff cuyas famosas "Reglas de Chargaff' (1950) -que establecían la
equivalencia en la composición del ADN de las bases adenina y
timina, por un lado, y guanina y
citosina, por otro lado- fueron uno de los pilares que utilizaron Watson y
Crick para llegar a proponer en 1953 el modelo estructural del ADN de la doble
hélice, dejó dicho también que "hay dos núcleos que el hombre no debió haber
tocado jamás: el núcleo atómico y el núcleo celular. Y la ingeniería genética
va a traer consecuencias mucho peores que la energía atómica".
Pues
en ese momento estamos, la tecnología como herramienta de la ciencia, permite
hacerlo con más facilidad que nunca, por lo que quizás debemos plantearnos si
más que prohibir sería deseable “controlar”.
Recordemos
por un momento que nuestro Código Penal en el título relativo a “delitos
relativos a la manipulación genética”, señala en su art. 159.1 que sufrirán prisión
los que “con finalidad distinta a la eliminación o disminución de enfermedades
graves, manipulen genes humanos de manera que altere el genotipo”. Por su parte
el art. 160.3 nos habla en el mismo sentido de “procedimientos dirigidos a la
selección de raza”. En ambos casos se nos invita a pensar en una manipulación
germinal, por lo que parece que sería admisible la misma cuando la finalidad
sea la eliminación o disminución de taras o enfermedades. En definitiva, ¿no
nos encontramos en ese supuesto?
Estoy
convencido de que si se puede hacer nada va a evitar que se haga, y sabemos que
el único control que se puede realizar es a través de los principios de
responsabilidad y prudencia. Lo más positivo es aceptar la posibilidad de la
manipulación genética de carácter germinal, y no prohibirla, pero someterla a
unos estrictos controles que garanticen que será la salud la única motivación
aceptada. Pero, ¿cómo hacerlo? La norma siempre va a ir muy por detrás de la
ciencia, de la tecnología.
lunes, 26 de noviembre de 2018
Edición genética: embriones modificados genéticamente.
A la vista de la importante noticia que ha saltado hoy a la palestra, sobre científicos chinos que han creado los primeros bebés modificados genéticamente se hace necesaria la lectura de este análisis de Lluis Montoliú.
Los principios de control, prudencia y responsabilidad, no se han respetado.
Las terapias génicas basadas en CRISPR para curar enfermedades todavía tardarán en llegar. Quizás no sea este el titular que quisiéramos leer, pero es el mensaje que hay que repetir para no generar falsas expectativas sobre esta potente herramienta de corta-pega genético.
Del deseo a la realidad: la edición genética (aún) no está preparada para tratar a pacientes (AQUÍ)
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