miércoles, 26 de julio de 2023

ANDORNO: Es el momento de fijar límites al desarrollo de la neurotecnología.

Interesantísima entrevista, que reproducimos en su totalidad, al Profesor Andorno en Elperiodic

Los rápidos avances en neurociencia y neurotecnología abren un conjunto de posibilidades sin precedentes “en el acceso, colecta, diseminación y manipulación de datos del cerebro humano”, ha afirmado Roberto Andorno, profesor de la Universidad de Zürich (Suiza), en el Congreso Interuniversitario Nuevas Fronteras en Neuroética, organizado por el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV). Este veterano jurista argentino no comparte la “fe ciega” en el desarrollo tecnológico de ciertos sectores científicos y empresariales.  

Desde el derecho, Andorno lleva años ocupándose de la dignidad humana como materia de investigación, y como miembro de organismos internacionales que asesoran o regulan en cuestiones de derechos humanos y biomedicina. Ese papel doble le permite plantear propuestas realistas ante estos desarrollos que, en su opinión, plantean “importantes desafíos” que deben abordarse “para evitar consecuencias no deseadas”. Por esa razón, el profesor de la Universidad de Zürich considera que “es el momento de actuar en función del interés común y fijar límites al desarrollo de la neurotecnología antes de que éstos se deban imponer por la práctica, antes de que ya no se puede hacer nada”. 

“Desde el punto de vista jurídico, el mundo actual no está preparado para el avance exponencial de la neurociencia y la tecnología que la rodea. No sólo en cuanto a las legislaciones de cada nación; también el marco actual de derechos humanos es insuficiente. Dado que la ciencia y la tecnología son internacionales, la respuesta que demos a las amenazas que se puedan derivar de ellas también ha de serlo. Es necesario un marco normativo internacional frente al avance científico-tecnológico”, ha señalado.  

La necesidad de cuatro nuevos derechos humanos 

El peligro de estos avances parte “de las posibilidades que ha abierto la interacción del cerebro con dispositivos neurotecnológicos, chips implantados en nuestras cabezas pueden ‘leer’ el cerebro y así recoger datos cerebrales, con lo que eso implica en términos de privacidad. En segundo, esos dispositivos pueden ‘escribir’, es decir, modular, influir, potenciar nuestras capacidades cognitivas”. 

Así, Andorno ha explicado que “es la primera vez que se puede acceder directamente a la información del cerebro y que existe la capacidad de modificar la conducta, la personalidad, la identidad de alguien, de algún modo. Usado con malas intenciones, todo ese potencial puede resultar muy peligroso. Estamos tocando, entre otros asuntos, la libertad de pensamiento y es algo que debería preocuparnos”.  

Andorno y el profesor Marcello Ienca, del Instituto Federal Suizo de Tecnología, proponen en un reciente artículo de investigación la formulación de cuatro nuevos derechos humanos para responder a los desafíos que supone el avance neurotecnológico para la libertad de pensamiento”. Protegerla es el principio general de esas novedosas normas, siendo la primera de ellas el derecho a la “libertad cognitiva”. 

“Hay que salvaguardar la capacidad de autodeterminación de la persona. En ese sentido, la libertad cognitiva hace referencia al derecho a seguir ejerciendo la facultad extraordinaria que es el pensamiento humano, sin que éste se vea condicionado o determinado por terceros. Ejemplo de esto podría ser un Estado totalitario que se apropie de estas tecnologías para condicionar a sus ciudadanos, evitar críticas, terminar con cualquier oposición, por ejemplo. Es decir, el asunto presenta perspectivas bastante aterradoras, pues lo que está en juego ahora no es sólo la manifestación externa del pensamiento, sino el propio foro interno”, ha expuesto. 

Operarios chinos obligados a portar en la cabeza dispositivos que controlan su concentración 

Otra inclusión legislativa necesaria es el “derecho a la privacidad mental”, que ampliará a los “datos mentales” el ya existente derecho a la privacidad, según ha apuntado Andorno: “Éste es el que se halla más inmediatamente en peligro dada la gran variedad de dispositivos de acceso a nuestros datos cerebrales que son una realidad ya en 2023. Se utilizan desde el área médica y clínica, pero también pueden utilizarlos los propios ciudadanos como consumidores. A través de esta tecnología podemos hacernos un ‘selfie’ del cerebro, medir nuestra capacidad cognitiva, nuestro nivel de depresión o nuestra memoria, entre otros”. 

“Hay empresas automovilísticas que ofrecen ahora un dispositivo, basado en el electroencefalograma, que controla tu capacidad de concentración cuando conduces y te alerta si te duermes o te distraes. De hecho, en algunas fábricas de China se exige ya a los operarios colocarse un dispositivo en la cabeza que controla su concentración en el trabajo y su nivel de estrés, entre otros datos mentales. El jefe de la empresa recibe esa información en tiempo real y puede tomar medidas ante quien no esté lo suficientemente concentrado. Y ahora lo están probando también con los niños en el colegio. Me parece un procedimiento inhumano. No somos robots, tenemos derecho a distraernos”, ha afirmado.  

Esos dispositivos pueden “hackearse”, ha explicado Andorno, que cree “obligatorio” dar el paso de “obligar a las empresas que producen estos dispositivos a tratar de limitar su uso a unos fines específicos, o que se ‘anonimicen’ los datos, o a restringir el acceso sólo a la persona a quien pertenecen”. Se trata de un ámbito jurídico “que todavía no está desarrollado y sobre el que hay que ponerse a trabajar”. 

Proteger al ser humano de lavados de cerebro que cambien su personalidad 

El tercer derecho humano que debería crearse hace referencia a la “integridad mental”, ha remarcado el profesor argentino: “Este derecho no se ocupa tanto de la protección de los datos mentales, sino a evitar que los dispositivos neurotecnológicos se usen de un modo tal que cause daño a la dimensión psicológica de la persona. Pensemos, por ejemplo, en el dispositivo de estimulación cerebral profunda que se utiliza para evitar los movimientos involuntarios del cuerpo en personas con párkinson. Este aparatito tiene un elemento externo conectado a unos electrodos, y alguien podría hackearlo para que la descarga eléctrica sea mayor de la prevista y así causar daño al paciente”. 

Finalmente, Andorno ha argumentado que la última de esas cuatro normas fundamentales sería el “derecho a la continuidad psicológica”, que buscaría “proteger la identidad de la persona a través del tiempo”. Es decir, que cada ser humano “siga siendo él mismo, sin interferencias externas o lavados de cerebro”. Aunque parezca ciencia ficción, “se han realizado ya estudios en animales que muestran la posibilidad de eliminar partes de la memoria de modo selectivo. Esto podría alterar la personalidad de alguien, quién es. En cierto modo, somos el producto de nuestro pasado, nuestros recuerdos”.  

“No obstante, no todo es blanco o negro. La utilización de esta tecnología en pacientes que han pasado por alguna experiencia traumática podría tener un efecto terapéutico beneficioso, como una mujer que ha sufrido una violación o un excombatiente con síndrome de estrés postraumático. Pero hay que darle muchas vueltas a esto. Por ejemplo, ¿sería ético eliminar parte de la memoria de un asesino en serie para intentar neutralizar esa tendencia criminal? ¿tenemos derecho a alterar tanto la identidad de alguien? Estamos pisando arenas movedizas. Hay que discernir muy bien”, ha aducido. 

Neurodisciminación: la futura desigualdad social 

La inteligencia artificial (IA) “potencia enormemente las posibilidades actuales de la neurotecnología. Debería ser posible delimitar la utilización de estos avances sólo a esas finalidades positivas”, pero Andorno no hablaría de “prohibir”, aunque le surgen “dudas” con el uso que podría darse fuera del ámbito clínico “a las técnicas de ‘neuroenhancement’ o mejoramiento neural”. Podrían generar “problemas de injusticia a nivel social, la llamada neurodiscriminación”. 

“Del mismo modo que sucede con el dopaje en el deporte, las personas que tengan acceso a esas técnicas de mejora cognitiva estarían en una situación de ventaja sobre el resto; desde el rendimiento académico a optar a puestos de trabajo, además de otras situaciones”, ha advertido el profesor de la Universidad de Zürich”.