Las estructuras embrionarias artificiales se encuentran en las fases más tempranas del desarrollo humano, por el momento, no tienen corazón ni cerebro, pero los científicos dicen que algún día podrían ayudar a comprender mejor las enfermedades genéticas o las causas de los abortos espontáneos.
La investigación, que plantea aspectos legales y éticos de vital importancia, fue dirigida por la bióloga Magdalena Żernicka-Goetz, de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido. Un detalle importante es reclacar que muchos países, entre ellos EE.UU., carecen de leyes que regulen la creación o el tratamiento de embriones sintéticos.
Zernicka-Goetz presentó el estudio el miércoles pasado en la reunión anual de la Sociedad Internacional de Investigación con Células Madre en Boston, donde explicó que el objetivo de su investigación no era crear vida, sino evitar su pérdida, entendiendo por qué a veces los embriones no se desarrollan tras la fecundación y la implantación.
Obviamente, el nivel de avance de los descubrimientos en este campo y la creciente sofisticación de estos modelos mantiene alarmado a todo el mundo de la bioética, ya que, como decimos, muchos afirman que se acercan cada vez más al límite de la vida.
«A diferencia de los embriones humanos procedentes de la fecundación in vitro (FIV), donde existe un marco jurídico establecido, en la actualidad no existe una normativa clara que regule los modelos de embriones humanos derivados de células madre. Urge una normativa que establezca un marco para la creación y el uso de modelos de embriones humanos derivados de células madre», declaró James Briscoe, director asociado de investigación del Instituto Francis Crick.
Por su parte, Rachel Ankeny, investigadora de bioética en la Universidad de Adelaide y ajena a la investigación, advirtió que actualmente los científicos se adhieren a una «regla de los 14 días» que restringe la utilización de embriones humanos en el laboratorio, estipulando que dichos embriones sólo pueden ser cultivados in vitro durante un máximo de dos semanas.
Indicó que “normativas como ésta, y otras nuevas que podrían surgir a medida que la investigación avanza, nos instan a reflexionar sobre cuestiones fundamentales como cuándo determinamos que la ‘vida’ comienza en un organismo, y qué tan semejante a un embrión humano debe ser un embrión sintético antes de que se le considere esencialmente idéntico”.
La citada investigadora Zernicka-Goetz explicó a la CNN que las estructuras embrionarias creadas por su laboratorio son las primeras en tener células germinales que se convertirán en óvulos y espermatozoides. Estos modelos se cultivaron a partir de células madre embrionarias humanas individuales obligadas a desarrollarse en tres capas de tejido distintas como un saco vitelino, una placenta y el propio embrión.
Aclaró, y esto es muy importante, que «no son embriones humanos, son modelos de embriones, que se parecen mucho a los humanos y son un camino muy importante hacia el descubrimiento de por qué no se logran tantos embarazos, ya que la mayoría fracasan alrededor del momento del desarrollo en el que construimos estas estructuras parecidas a embriones».