sábado, 30 de enero de 2010
SOBRE EL ORIGEN DE LA PALABRA BIOÉTICA
Es muy frecuente hablar de la “historia de la bioética”, cuando realmente estamos hablando de la “historia de la palabra bioética”, que no es lo mismo. La palabra bioética pudo ser utilizada con la dimensión que se le da en la actualidad por primera vez en la década del setenta. Pero eso no significa que autores anteriores no hubiesen realizado importantes desarrollos conceptuales sobre los principios y exigencias éticas que corresponden a las intervenciones del hombre en relación con la vida humana. Ni mucho menos, que tales principios o exigencias no resultasen anteriores a sus conceptualizaciones humanas.
La palabra bioética es un neologismo acuñado por el oncólogo de la Universidad de Madison, en Wisconsin (USA), Van Rensselaer Potter, quien en 1970, en un artículo titulado “Bioethics: the science of survival”, en la Revista especializada “Perspectivas in Biology and Medicine” utilizó por primera vez el término. Poco después, en 1971, publicó un libro con el título “Bioethics: bridge to the future”, en el que este autor englobaba la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos". Seis meses después, el obstetra y experto en fisiología fetal holandés André Hellegers crea el Instituto Kennedy de Bioética, en la católica y jesuita Universidad de Georgetown (Washington DC), siendo esta la primera vez que una institución académica recurre al nuevo término. El objetivo de la bioética, tal como la "fundaron" el Hastings Center (1969) – llevado a cabo por el filósofo Daniel Callahan y el psiquiatra Willard Gaylin, en la población de Hastings-on-Hudson - y el Instituto Kennedy (1972) era animar al debate y al diálogo interdisciplinar entre la medicina, la filosofía y la ética, y supuso una notable renovación de la ética médica tradicional.
La prestigiosa Enciclopedia de Bioética coordinada por W. T. Reich (1978), que define la Bioética como “el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado sanitario, en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los valores y los principios morales”, propone hablar de un doble origen (bilocated birth) o nacimiento y a un doble alcance del mismo: la bioética en el sentido del “legado de Hellegers” es una versión más restringida, dedicada a problemas relacionados con la ética médica; y la bioética en el sentido de “legado de Potter”, es más general, tiene un sentido más evolucionista, está más interesada por problemas éticos en relación con la biología y la ecología, de puente entre la cultura médica y las humanidades. De manera resumida, la primera orientación se podría asimilar con la gestión de valores del cuerpo, y la segunda con la gestión de valores de la vida. Fue la primera la que se impuso por razones de urgencia política y por la financiación y apoyo institucional que Potter no tuvo: la prestigiosa Universidad de Georgetown, y el apoyo económico de la Fundación Kennedy.
Según el mismo Potter explicaría años más tarde, la palabra le vino a la mente al improviso, al unir dos términos: ‘bios’, que representaría las ciencias biológicas; y ‘ethics’, una palabra con la que no aludía simplemente a la ética, sino a los valores humanos en general.
El sentido de la bioética, según Potter, era sencillo y apremiante: elaborar una ciencia orientada a garantizar la supervivencia humana en el planeta Tierra, a través del diálogo entre las ciencias experimentales y las ciencias humanísticas.
Potter supuso que nadie, antes que él, había usado la palabra bioética. Sin embargo, varios expertos están empezando a reconocer que el término ya había sido usado en 1927, posiblemente por vez primera en la historia humana por un teólogo alemán, Fritz Jahr, quien publicó un editorial en la revista ‘Kosmos’ (vol. 21, pp. 2-4), titulado Bio-ethik: Eine Umschau über die ethischen Beziehungen des Menschen zu Tier und Pflanze (‘Bio-ética: una panorámica sobre la relación ética del hombre con los animales y las plantas’).
Años más tarde, en 1934, Jahr publicó otro trabajo donde volvió sobre la noción de ‘Bio-ethik’: Drei Studien zum 5. Gebot, en la revista ‘Ethik. Sexual und Gesellschaftsethik’ (vol. 11 (1934), pp. 183-87).
La idea de Fritz Jahr era sencilla: inspirado en los famosos imperativos éticos de Kant, quería subrayar la importancia de un “imperativo bioético” que orientase correctamente nuestro comportamiento respecto de todos los seres vivos.
Es casi seguro que Potter no conocía a Jahr, y que de buena fe pensaba haber descubierto una palabra a la que dio un sentido diferente del que había dado Jahr. De haber conocido Potter la obra de su predecesor, seguramente lo habría citado y estudiado con interés.
Son varios los trabajos que empiezan a reconocer la importancia de las ideas de Fritz Jahr. Uno es un opúsculo publicado en 2007 por Hans-Martin Sass, que lleva como título Fritz Jahr’s Bioethischer Imperativ. 80 Jahre Bioethik in Deutschland von 1927 bis 2007. En esta publicación se recogen los dos textos de Jahr (el de 1927 y el de 1934). Puede accederse a este trabajo completo en http://www.ethik-in-der-praxis.de/MM-175.pdf.
La bioética, una disciplina nueva pero con raíces profundas en el pensamiento humano, empieza a dar su justo espacio a quien, por lo menos según lo que sabemos hasta ahora, inventó un término afortunado y fecundo
Vale la pena, por amor a la justicia, reconocer y estudiar el nombre y las ideas de Fritz Jahr sobre la bioética, y actualizar los numerosos libros y estudios de bioética que hasta ahora no conocían al inventor del término.
La situación expresada anteriormente, que ya se comenzaba a vislumbrar más nítidamente a mediados del pasado siglo, motivó todo un movimiento de abordaje ético. Es menester reconocer también a Aldo Leopold como uno de los precursores. En sus dos obras publicadas póstumamente en 1949 –de las cuales «Land Ethics» (Ética de la Tierra) es quizás la más conocida- Leopold delinea las bases de una ética ambientalista, avanzada incluso para nuestros días. Él abogaba por la inversión de las bases tradicionales, en las que el hombre reconoce sus privilegios sobre la tierra pero no sus obligaciones para con ella, de modo que su relación con el medio ambiente dejase de fundarse en términos de dominio y de regirse por razones exclusivamente económicas. Pero su principal aporte fue el planteamiento de la necesidad de un sistema moral que uniese los crecientes conocimientos biológicos con la esfera de la ética y de los valores humanos. Esto último no fue bien comprendido en aquel momento (incluso aun hoy no lo es de manera suficiente), por lo que en las décadas siguientes el ambientalismo asumió un abordaje que implicaba una clara confrontación entre «ética» y «ciencia».
Hago mención a algunos artículos sobre la bioética de Fritz Jahr:
- Fernando Lolas, Bioethics and animal research. A personal perspective and a note on the contribution of Fritz Jahr, Biological Research 41 (2008), pp. 119-123.
- Hans-Martin Sass, Fritz Jahr’s 1927 Concept of Bioethics, Kennedy Institute of Ethics Journal 17 (2008), pp. 279-295.
- José Roberto Goldim, Revisiting the Beginning of Bioethics: The Contribution of Fritz Jahr (1927), Perspectives in Biology and Medicine 52 (2009), pp. 377-380.
- Natacha Salomé Lima, Fritz Jahr y el Zeitgeist de la bioética, Aesthethika 5 (2009), pp. 4-11.
La palabra bioética es un neologismo acuñado por el oncólogo de la Universidad de Madison, en Wisconsin (USA), Van Rensselaer Potter, quien en 1970, en un artículo titulado “Bioethics: the science of survival”, en la Revista especializada “Perspectivas in Biology and Medicine” utilizó por primera vez el término. Poco después, en 1971, publicó un libro con el título “Bioethics: bridge to the future”, en el que este autor englobaba la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos". Seis meses después, el obstetra y experto en fisiología fetal holandés André Hellegers crea el Instituto Kennedy de Bioética, en la católica y jesuita Universidad de Georgetown (Washington DC), siendo esta la primera vez que una institución académica recurre al nuevo término. El objetivo de la bioética, tal como la "fundaron" el Hastings Center (1969) – llevado a cabo por el filósofo Daniel Callahan y el psiquiatra Willard Gaylin, en la población de Hastings-on-Hudson - y el Instituto Kennedy (1972) era animar al debate y al diálogo interdisciplinar entre la medicina, la filosofía y la ética, y supuso una notable renovación de la ética médica tradicional.
La prestigiosa Enciclopedia de Bioética coordinada por W. T. Reich (1978), que define la Bioética como “el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado sanitario, en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los valores y los principios morales”, propone hablar de un doble origen (bilocated birth) o nacimiento y a un doble alcance del mismo: la bioética en el sentido del “legado de Hellegers” es una versión más restringida, dedicada a problemas relacionados con la ética médica; y la bioética en el sentido de “legado de Potter”, es más general, tiene un sentido más evolucionista, está más interesada por problemas éticos en relación con la biología y la ecología, de puente entre la cultura médica y las humanidades. De manera resumida, la primera orientación se podría asimilar con la gestión de valores del cuerpo, y la segunda con la gestión de valores de la vida. Fue la primera la que se impuso por razones de urgencia política y por la financiación y apoyo institucional que Potter no tuvo: la prestigiosa Universidad de Georgetown, y el apoyo económico de la Fundación Kennedy.
Según el mismo Potter explicaría años más tarde, la palabra le vino a la mente al improviso, al unir dos términos: ‘bios’, que representaría las ciencias biológicas; y ‘ethics’, una palabra con la que no aludía simplemente a la ética, sino a los valores humanos en general.
El sentido de la bioética, según Potter, era sencillo y apremiante: elaborar una ciencia orientada a garantizar la supervivencia humana en el planeta Tierra, a través del diálogo entre las ciencias experimentales y las ciencias humanísticas.
Potter supuso que nadie, antes que él, había usado la palabra bioética. Sin embargo, varios expertos están empezando a reconocer que el término ya había sido usado en 1927, posiblemente por vez primera en la historia humana por un teólogo alemán, Fritz Jahr, quien publicó un editorial en la revista ‘Kosmos’ (vol. 21, pp. 2-4), titulado Bio-ethik: Eine Umschau über die ethischen Beziehungen des Menschen zu Tier und Pflanze (‘Bio-ética: una panorámica sobre la relación ética del hombre con los animales y las plantas’).
Años más tarde, en 1934, Jahr publicó otro trabajo donde volvió sobre la noción de ‘Bio-ethik’: Drei Studien zum 5. Gebot, en la revista ‘Ethik. Sexual und Gesellschaftsethik’ (vol. 11 (1934), pp. 183-87).
La idea de Fritz Jahr era sencilla: inspirado en los famosos imperativos éticos de Kant, quería subrayar la importancia de un “imperativo bioético” que orientase correctamente nuestro comportamiento respecto de todos los seres vivos.
Es casi seguro que Potter no conocía a Jahr, y que de buena fe pensaba haber descubierto una palabra a la que dio un sentido diferente del que había dado Jahr. De haber conocido Potter la obra de su predecesor, seguramente lo habría citado y estudiado con interés.
Son varios los trabajos que empiezan a reconocer la importancia de las ideas de Fritz Jahr. Uno es un opúsculo publicado en 2007 por Hans-Martin Sass, que lleva como título Fritz Jahr’s Bioethischer Imperativ. 80 Jahre Bioethik in Deutschland von 1927 bis 2007. En esta publicación se recogen los dos textos de Jahr (el de 1927 y el de 1934). Puede accederse a este trabajo completo en http://www.ethik-in-der-praxis.de/MM-175.pdf.
La bioética, una disciplina nueva pero con raíces profundas en el pensamiento humano, empieza a dar su justo espacio a quien, por lo menos según lo que sabemos hasta ahora, inventó un término afortunado y fecundo
Vale la pena, por amor a la justicia, reconocer y estudiar el nombre y las ideas de Fritz Jahr sobre la bioética, y actualizar los numerosos libros y estudios de bioética que hasta ahora no conocían al inventor del término.
La situación expresada anteriormente, que ya se comenzaba a vislumbrar más nítidamente a mediados del pasado siglo, motivó todo un movimiento de abordaje ético. Es menester reconocer también a Aldo Leopold como uno de los precursores. En sus dos obras publicadas póstumamente en 1949 –de las cuales «Land Ethics» (Ética de la Tierra) es quizás la más conocida- Leopold delinea las bases de una ética ambientalista, avanzada incluso para nuestros días. Él abogaba por la inversión de las bases tradicionales, en las que el hombre reconoce sus privilegios sobre la tierra pero no sus obligaciones para con ella, de modo que su relación con el medio ambiente dejase de fundarse en términos de dominio y de regirse por razones exclusivamente económicas. Pero su principal aporte fue el planteamiento de la necesidad de un sistema moral que uniese los crecientes conocimientos biológicos con la esfera de la ética y de los valores humanos. Esto último no fue bien comprendido en aquel momento (incluso aun hoy no lo es de manera suficiente), por lo que en las décadas siguientes el ambientalismo asumió un abordaje que implicaba una clara confrontación entre «ética» y «ciencia».
Hago mención a algunos artículos sobre la bioética de Fritz Jahr:
- Fernando Lolas, Bioethics and animal research. A personal perspective and a note on the contribution of Fritz Jahr, Biological Research 41 (2008), pp. 119-123.
- Hans-Martin Sass, Fritz Jahr’s 1927 Concept of Bioethics, Kennedy Institute of Ethics Journal 17 (2008), pp. 279-295.
- José Roberto Goldim, Revisiting the Beginning of Bioethics: The Contribution of Fritz Jahr (1927), Perspectives in Biology and Medicine 52 (2009), pp. 377-380.
- Natacha Salomé Lima, Fritz Jahr y el Zeitgeist de la bioética, Aesthethika 5 (2009), pp. 4-11.
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Les recomiendo corregir el año de publicación que colocan en la segunda cita bibliográfica, esta es del año 2007 y no del 2008 como refieren en su blog.
ResponderEliminarFritz Jahr's 1927 Concept of Bioethics
ResponderEliminarSass, Hans-Martin.
Kennedy Institute of Ethics Journal, Volume 17, issue 4 (March 06, 2008), p. 279-295.
ISSN: 1086-3249
Johns Hopkins University Press
Kennedy Institute of Ethics Journal, Volume 17, Number 4, December2007, pp. 279-295 (Article)Published by The Johns Hopkins University PressDOI: 10.1353/ken.2008.0006
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